L.A.F.S.

Pregunté esta semana por IG ¿De qué tema les gustaría que hablara en el blog? Y la respuesta más recurrente fue VIAJES. Lo cierto es que a mi también me pasa en estos días eternos de encierro, que mi mente viaja soñandora a destinos maravillosos, climas tropicales y playas paradisíacas… Así que voy a aprovechar de contarles sobre uno de mis más recientes, bonitos e inspiradores viajes; LAFS 2019.

En noviembre del año pasado viajé junto a mi amiga María Ignacia Carrasco (@pasiondemaria) a Cartagena de Indias, con motivo de asistir a la Cumbre Latinoamericana de la Moda (LAFS), evento-conferencia que se realiza anualmente, cuyo objetivo es reunir a los líderes de la industria y enriquecer la moda regional por medio de diversas plataformas educativas.

Viajé en calidad de diseñadora chilena y embajadora de Istituto Marangoni para LATAM y María Ignacia como influencer y editora de moda. Así mismo el evento reunían un alto número de colegas diseñadores, influencers, compradores, editores e inversionistas. Un total de 700 asistentes, en su mayoría mujeres, representando a más de 20 países, principalmente latinoamericanos.

El viaje comenzó en realidad para mi una semana antes del vuelo, porque tenía el minucioso desafío de armar mis looks para un sinfín de eventos, con un clima rebelde (promedio 30º grados día y noche) y hacerlos entrar dignamente en una sola maleta.

Decidimos irnos 7 días para aprovechar de descansar y recorrer la ciudad (era mi primera vez en Cartagena y en Colombia), porque sabíamos y no nos equivocamos, que los días de LAFS serían muy intensos. Nuestro primer día libre decidimos ir de paseo a Isla Coralina, donde pudimos leer, tomar sol, hacer kayak en aguas cristalinas, recargar pilas y tomar mucha piña colada en cocos.

Esa noche quisimos ir a un bar y salimos muy monas del hotel para comprender a ensayo y error rápidamente el carácter indomable de Cartagena, cuya voluntad decidía abruptamente si deseaba llover a cántaros o no. Caminar con tacos por callezuelas de adoquines, con lluvia, calor y sudor no es recomendable. A ratos quisimos llorar, a ratos reímos a carcajadas, y aceptando nuestras ampollas, maquillaje arruinado, pelo crespo y ropas pegoteadas, disfrutamos entregándonos a nuestro destino de una deliciosa cena caribeña y show de salsa.

Al día siguiente comenzó la cumbre con una bienvenida y una cena inaugural, en el espectacular teatro Heredia Adolfo Mejia. Una construcción omnipotente, barroca, de cielos majestuosamente pintados, y para la ocasión, decorado de manera encantadoramente latina. Una especie de selva tropical dorada en su interior y mesas redondas esperaban a los invitados que se habrían paso entre palmeras para descubrir con quien les habían sentado. La idea era mezclarse, conocerse. El dress- code del evento era ‘Amor en Tiempos de Cólera’.

Las charlas comenzaron temprano, se tocaron temas diversos pero con mucho hincapié en la importancia de la sustentabilidad, la responsabilidad social y el rescaté de lo local.

Planteando que los latinos tenemos una herencia cultural tan basta y rica tanto en costumbres, como estéticas y técnicas artesanales, que tenemos el deber como creativos de lograr incorporarlas de alguna manera en nuestros diseños, en un sentido moderno. Hacernos cargo de del gran plus que tenemos y que nos diferencia fuertemente del resto del planeta, haciéndonos únicos y deseables.

Así se desarrolló una semana enriquecedora, en donde participamos de paneles, talleres, sesiones de networking etc. También pudimos conocer a los concursantes de Pitch-To-Laft y su merecida ganadora Maygel Coronel @Maygelcoronelofficial.

Una de las cosas que más me inspiró fue escuchar de diseñadores venezolanos como habían manejado sus negocios en tiempos de crisis, ya que nuestro viaje coincidió con el inicio del estallido social en nuestro país. Momento en el cual aún no comprendíamos la magnitud de lo que estaba ocurriendo, pero si sentíamos preocupación e incertidumbre por lo que se nos vendría y el futuro que depararía para nuestro rubro. Esto sumado a estar fuera del país y lejos de nuestras familias. Sin embargo fue muy alentador entender que todo es posible, que la actitud correcta es no temer ni echarse a morir, y siempre seguir luchando. Creo que esto aplica también para lo que está sucediendo ahora en cuanto a la pandemia mundial. Los escenarios adversos siempre pueden venir, pero lo inminente es ser capaces de adaptarnos a los nuevos desafíos, con creatividad, humildad, astucia, valentía y positivismo.

Tuve el privilegio oír charlas de personas muy importantes de la moda latinoamericana como Carolina Herrera, Silvia Tcherassi, Johanna Ortiz entre otras. Así como también la posibilidad de conocer personas increíbles que se convirtieron en verdaderas amistades, como @Margobaridon talentosa diseñadora Uruguaya.

Cartagena fue un destino que amé, y que recomendaría a ojos cerrados. Para mi fue un viaje muy inspirador. Aun cuando es posible crear a partir de casi absolutamente todo, bien es cierto que los ambientes bellos estimulan la creatividad. Fue allí donde mi mente empezó a imaginarse la colección Virginia. El gatillo fue el realismo mágico de una ciudad donde todo puede pasar. Sus calles, sus puertas, su gente, sus colores. El romanticismo de una arquitectura colonial multicolor, con sus balcones de madera de donde cuelga sin pudor la exuberancia colombiana. Las flores, los olores, las comidas. La música, las anécdotas, la energía. Donde cada rincón es especial, alegre, fotogénico y misterioso.

Sin duda este año (si la situación lo permite) repetiré la experiencia LAFS.